jueves, 13 de marzo de 2014

No-despedida in-formal.

En mi flojo repertorio, en aquel intento caótico de formar una cofradía de fusas y difusas, un lío grande me se me apareció una noche. Enfrenté un poco mis temores fundados, y salté al papel y lápiz sin borrar nada con el codo. Uno de mis momentos más sinceros, aquí.

Con miedo en los ojos
Sin tanto vivido por recordar
Con un contrato obligado
          (Con quien si nombramos lo percibe)
Y ese lío de la soledad...

Encantar por ese eme ese, no es la cuestión...
Encantar por encantar, sólo Adán lo podía lograr
Encantar por ese eme ese, innecesaria soledad...

Sin caer en cuenta
Aprender era la cuestión
Enterrar el pasado
          (Ese no quiere futuro tampoco)
Sin imaginar el futuro, amor

Encantador ese eme ese, con odio entre los dientes
Encantador del verbo encantar
Encantador ese eme ese, innecesario aborrecer

Despertar después, con la vista así
Entonar mientras tanto, canciones de amor
Encadenarse a los errores, encadenarse así
Menos con tu reputación, aquello fue un error
          (Ese no lo entendió así)
Lograr salir, lograrlo así

Pacman de nadie.-

jueves, 20 de febrero de 2014

Pajaritos, bravos muchachitos.

Y así es como la horda de la web llegó a nuestras vidas sin avisar. Se convirtió en parte de nosotros, y nos saca lo mejor y lo peor todo. Terminará mal, porque las cosas con la horda pocas veces terminan bien, pero quedará el registro del amor que alguna vez existió, ese que te hace brillar los ojos, creer que podes sentir más y más y casi en un estado porco disfrutar del mismísimo detalle.

Tal vez no me quede mucho, ser perseguido así le hace pensar en lo peor a uno, pero que estas líneas reflejen como en una escupidera, que amé, crecí, aprendí y perdoné.

Para siempre, gracias.

Auf Wiedersehen

lunes, 3 de febrero de 2014

Jugar a matar de amor.

Como oportunamente he contado en mi antigüo librito de los recuerdos virtuales, la operación indiscriminada de hacernos creer que el amor existe, está al acecho. Las deficiencias del ser humano, así como la necesidad de sentirse querido inclusive con la más altanera frivolidad, nos condicionan a ser parte de un bien llamado "cuento de la buena pipa" -del amor-.

"El amor es una mierda", me dijo hace mucho un tipo sabio. No hablábamos el mismo idioma, pero nos entendíamos a buen ojo y con miradas cómplices. Lo conocí aburguesado, en mis épocas de viajante con ira y sed de más. Me sacó la ficha rápido, no era un perejil de huerta, sabía que en algún momento (nunca imaginó que 19 años después), sus palabras resonarían como nunca antes.
Contándome sus experiencias de la noche, con su corazón en la mano, sacó a relucir su lío y declaró eterna cizaña con el que ya no nombraremos. Ese que nos descalabra sabiendo cómo vamos a completar el cuento.

Hacía unos 30 años había vivido secuencias que me hicieron acordar a este último fin de semana. Una serie de desencuentros dentro del recinto mejor del momento, donde la droga más sutil no causaba efecto. Una ciega con el corazón herido y helado por el orgullo, y una manía oscura llena de alborotos con tipos sin traje y con hambre de tirarse a la más pobre esclava, le mostraron la crueldad con su minita. Lloró. Lloró mucho.

El amor no existe. Es una condición de necesidad amparada por la falta de algún que otro afecto. O alguna falla. O también culpa de esos seres despreciables que entienden por códigos la misma mierda.

Irónicamente de fondo se escucha que "... Tarea fina perdida en mi soledad...".


No terminará así.

lunes, 21 de febrero de 2011

Lunes bien Lunes

Rutina, tediosa rutina. Otro día que comienza, la ciudad te espera hambrienta y en la oficina todo será igual: papeles, más papeles, puteadas, café-pucho-mate, papeles de nuevo, minifaldas seductoras y por supuesto el aire que no funciona y como se dice por ahí "la vida sin aire acondicionado no es vida". Demás está decir, que lo oscuro de esto tiene otro lado de la mecha -como todo, como nada-. Siempre existen trabajos como los de la ciega, (Ella) quien disfruta de las Nike Think en su sofá cama de (tal vez) Belgrano "C", no tiene este tipo de problemas, claro. Todo se resuelve a la velocidad de la luz, y apoderarse de un monstruo tan grande como el de Panamá es simple como una suma o resta.

Volviendo a como comenzó esto, es claro, que al del Piso 93 no le importa, él sólo mira elegantemente la vida de los descolgados del laurel. Su mejor fruta, dice. Se acercan las 2 de la tarde y es hora de volver al "depto" en bondi, subte, tren... como siempre.

Al llegar, una nota me advierte que nada dejó nada para comer y... era todo? -pregunté- ¡soy un iluso!. Después de la reflexión algo faltaba. Era hora de Mr. Delivery, pido churrasquito (Dios bendiga a la vaca y sus entrañas) con tinto (casi un tango) y previo al banquete, una suculenta siesta. Ya de noche y con TV de cmpañera, la puerta se abre con fuerza y entra ella sin decir nada, como si no hubiese nadie. La miro; ella se baña y se acuesta. Unas semanas más tarde la escena se siguió repitiendo. Y yo allí, observando.

El eje de la cuestión pasó un jueves, que en realidad no recuerdo si era Jueves, pero no es importante, sucedió. Luego de las habituales horas extras, pero gracias a que el jefe se fue antes (fiel a su estilo) salí temprano, digamos, y para aprovechar el tiempo pasé, para intentar representar mis (ahora muertos) sentimientos, por la gran casa de las rosas. Siempre para Ella, claro. Algo material, pensé, eso hace falta. Cómo no lo pensé antes?. Se puede ser tan hijo de puta?

No es trascendente el presente, tampoco el día. Solo importa Ella.

Ya casi en la gran morada, la puerta entreabierta me decía algo que era extraño; despacio, casi como un fantasma, me decido. Había ropa en el living y ruidos que venían desde la habitación, algo mucho más extraño todavía. Intentando que mi gran mental imagen no colapse, solo me dediqué a observar: Ella no estaba sola.
Salí lo más rápido que pude de ahí tratando de explicarme lo inexplicable. Ahora me cierra todo, ya nada será igual.

Hoy las excusas no están de oferta, no era hora de pensar, así que seguí corriendo hasta llegar al edificio donde trabajo y subo hasta el 93, último piso, buscando respuestas o cuasi-respuestas. Allí me esperaba un ventanal abierto y miles de sombras me indicaban lo que ya sabía que tenía que hacer: saltar. Eran las ultimas fichas y las aposté a todas. Ya en plena caída empecé a ver imágenes, algo así como dice la gente que "antes de morir ves pasar tu vida por delante de tus ojos", o algo parecido. La cuestión es que el cemento se ve más cerca y ya no son sólo imágenes las que me acompañan, a ellas se suman unas distorsiones que de a poco se van convirtiendo en rocanroles que endulzan la agonía. El final es inminente e instintivamente extiende sus manos tratando de amortiguar la caída que, a una línea de realidad, se convierte en un "sacudón" de su novia que lo despertaba al fin de este mambo. Todo fue un sueño, un dirty sueño nomás...

A veces soñamos que estamos soñando, y es en esos sueños soñados donde la vida nos parece un sueño y un sueño la vida. Por eso, querida, hoy ya no puedo librarme a lo que te debo como ilusón, y espero ancioso que hagamos que valga la pena la leyenda del futuro!

domingo, 20 de febrero de 2011

Insoportablemente domingo

La idea de este blog nunca fue que termine politizándose. Sería políticamente incorrecto, pero como realmente me la soba, va igual.

Mientras en la casa de Gran Hermano todo es risas y paja multitudinaria, afuera sigue muriendo gente gracias a la gran gestión del Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Irónico que un tipo mano-dura crea que con sacar un par de verdes a la calle controlaría la matanza indiscriminada de inocentes.



Gracias Daniel, esperamos que tu gestión termine lo antes posible.

sábado, 19 de febrero de 2011

Los invisibles

Se cumplieron 200 años de vida independiente y autodeterminación, el escenario propicio para la construcción del país y su conformación social. Son embargo, como toda fecha conmemorativa, surge la inquietud por los temas no resueltos, aquellos que quedaron suspendidos o fueron eliminados derechamente del almanaque nacional.



Alejandro Gallaro, miembro de la asociación La Casa del Hermano Toba de San Pedro, explica la problemática percepción que se tiene de los pueblos originarios: "La mayoría de las personas piensa que los pueblos originarios existieron, que alguna vez estuvieron en estas tierras, pero que "algo" los borró del mapa: puto haber sido un asteroide, los militares o la modernidad". El relato sobre el devenir de los pueblos originarios se parece más a la teoría de la desaparición de los dinosaurios que a un exterminio. Ese "algo" que menciona Gallaro levantó un polvo espeso que entró a los ojos he impidió a la nación blanca ver sobre qué sangre fue construida.

Quizá la más controversial de todas estas historias sea la que habla de una campaña del desierto liderada por el general y dos veces presidente, Julio Argentino Roca, cuyo paso por la Pampa y la Patagonia dejó miles de indios muertos, muchos reducidos a la servidumbre y millones de hectáreas ocupadas para ser repartidas de un modo que condicionó para siempre la vida social, económica y política del país.

Remigio Lup, corresponsal del diario La Pampa y miembro de las filas de la caravana Roca, escribió en sus crónicas:
"Es un acto de usurpación el que se comete con ellos (los originarios), desalojándolos de puntos sobre los cuales tienen el título del primer ocupante, y de la posesión convertida en propiedad irrevocable. (...) Desgraciadamente para ellos, la civilización tiene el derecho y tiene la fuerza para consumar la conquista, colocándolos en la alternativa de someterse a ella, o de huir hacia la cordillera, sin la esperanza siquiera de poder venir de allí a tentar una reivindicación imposible".

Afortunadamente la historia no es sólo un relato, sino una tarea de los hombres. Hoy en un país ya más maduro en transitar la crueldad y juzgarla, existe la posibilidad de salir de ese estado de amnesia que funciona como un aura opaca sobre la historia de los primeros pobladores de nuestro territori.

El escultor Andrés Zerneri trabaja en un monumento en homenaje a los pueblos originarios, simbolizado en la figura femenina, que pretende ser levantado en el centro de Buenos Aires y en el mismo sitio que ocupa hoy el monumento a Roca, precisamente en Av. Julio A. Roca y Alsina. Pero el arte no viene a representar una situación resuelta, sino que se adelanta a las reivindicaciones definitivas y no es suficiente.



"En este mismo momento que te hablo -comenta Clara Romero- hay un grupo de hermanos de mi pueblo y del pueblo mapuche acampando en Tigre defendiendo un cementerio sagrado para los originarios que quieren convertir en barrio privado". Clara -Nalac en su lengua- nació en J.J. Castelli, en las puertas del impenetrable chaqueño y es cacique de su pueblo Qom (mal llamado Toba). "Esa es la situación actual: despojo, atropello, violación de sus sitios sagrados, esta es la situación que hemos vivido en esta nación que cumplió 200 años, poca cosa si comparamos los miles de años que tienen nuestros pueblos y los 517 que hemos resistido".

"Roca entregó el territorio saqueado como pago a sus mercenarios -continúa Nalac-. Su campaña no fue en el desierto, sino en un territorio habitado por pueblos con organización social, medicina y cosmovisión, que vivían en comunión con la naturaleza. Esos pueblos aún viven, se expresan e intentan hacerse visibles, a pesar de todos los intentos de invisibilizarlos".

Para ella, el genearl Roca es el más grande genocida que ha tenido este país. "Nada puede construirse sobre mentiras y la historia de esta nación está escrita sin la versión de los originarios y hasta tanto no se cuente también la otra historia y nos sinceremos, no va a haber posibilidad de participación donde expresar nuestra diversidad y pluralidad y mucho menos una mirada verdaderamente federal del país".

Por Francisco Luque

Dilema doméstico.

Vivir en sociedad a veces resulta un tire y afloje que exige más espíritu político que amor libre. Todos escondemos algo en el placard, algunos tienen el regalo perfecto para un vecino en llamas.

Al momento de hacerlo me agarra la duda: ¿cómo puedo ir a tocarle la puerta para que no haga ruidos de mudanza a las dos de la mañana si más culpable soy yo para la ley porque tengo un armario repleto de plantas de cannabis?



Es que la gorda de arriba siempre estuvo más loca que todos nosotros juntos. Trabaja en un barcito de por acá y vuelve a las siete de la mañana todos los días. Se la pasa conquistando hombres para que le compren un trago en la barra que subatiende. Cuando llega a la noche se enfrenta con un panorama al menos complicado: un perro que no vio la luz en todo el día y un niño. No hay marido. Es por eso que la comprendemos. Hasta cuando nos vino a tocar la puerta porque estábamos haciendo mucho lío y no era fin de semana. Yo pensé que iban a venir los de enfrente a hinchar las bolas: El detective -abogado- presidente del Consorcio y su hijo Chespirito que siempre tiene que silbar en el pasillo cuando llega a las doce de la noche, el muy vigilante. Pero no, era ella. Me dijo que bajara el volumen. Como diciendo: "obvio que lo vas a bajar", y después me echó una cara de "ni te lo tendría que estar diciendo", y faltó "vos que ya sos grande".

La victoria fue siempre de ella. Lo reconozco. Vino, tocó, sarandeó sus enormes pechos al compás de una urgencia y se dio a la fuga súbitamente. Y dejando un sugerente "seguramente vamos a volver a vernos", la gorda me enamoró, de verdad. Y así sigue. Rayando las baldosas con la punta de los sillones, puteando a un posible marido y renegando por un día cansador.

En casa somos otro caso. "Un caso", como diría Selmar, El Boliviano. Duerme en el living. Lo conocí en Sucre cuando fui para Bolivia, hace ya dos años, y él ahora está de visita. Aún le queda por entregar la tesis final de Cientas de la Comunicación, pero se está haciendo de abajo trabajando en una verdulería de Martínez. Podría irse en un mes. O renovar sus papeles y quedarse un año más. Aún no lo sabe. Mientras tanto usa dos colchones que quedaron varados acá. Uno era de mi última novia, para cuando se quedaba a dormir. El otro colchón pertenecía a mi hermana, cuando vivíamos juntos. Luego lo usó Jaime, El Mexicano, hasta que consiguió uno de veras, bueno, de dos plazas que tomó de su ex en una excelente división de bienes.
En el cuarto de Jaime es donde se esconde lo más preciado que tenemos en este departamento. Un bosque verde de plantas que todavía no sé hasta qué punto me puede meter en problemas.
El riesgo de cultivar, el tiempo de espera, las nuevas porciones que aparecen, las plagas ¿cuáles son?, ¿cuáles vendrán? Es una odisea en la que uno siente que dio vida, un rito, un proceso perdurable. Nada que ver con el vértigo de comprarla. Esto es una aventura de todos los días. Llegar a tu casa, ver el nuevo brote, cuánto les falta para la floración. Lo último que les pusimos fueron unas pantallas tipo espejo clásicas, con el revés del papel de aluminio en todos los costados del armario y un mataplagas que tiene un terrible olor a raticida, pero que acabó con todos los bichos de un suspiro. Con más dinero, vendrán más cambios.

Lógicamente se me hace complicado decidir si tocarle la puerta a la gorda de arriba o no. Con todo este amor escondido es difícil. Además, llega cansada y tiene muchas cosas para atender, es natural que esté perturbada. Voy a esperar a que mis plantas crezcan un poco más y así, en el momento en que esté retorciendo los muebles la voy a llamar, voy a prender un cogollo de su rama y la voy a invitar a fumar.

Por Matías Luque

martes, 14 de diciembre de 2010

Por varios cuerpos de ventaja.

Por Eugenia Straccali




PERGOLINI NO ENTIENDE.




“Si apostás a lo grande ganás a lo grande” le dijo al Indio el locutor-empresario Mario Pergolini en ese infame reportaje que tuvimos que soportar: escuchar al Indio Solari, un gran artista, mediado, mediatizado por un entrevistador mediocre y muy limitado, con buena fama en el barrio radial, cuyos más grandes referentes son los “intelectuales” Antonio Carrizo y Héctor Larrea –que al menos conocen la gramática del español-. “¿De quién sos esclavo, quién te ubica?” le dice al soberano Carlos Solari el esclavo Pergolini, el esclavo de su propia estupidez, inubicable, porque está en todas partes a la vez.

El Indio Solari, para dar cuenta al público de su nueva obra artística, debió valerse de un medio público para hacerlo y lamentablemente su interlocutor fue una persona absolutamente negada a sus matices, al ritual del diálogo en el arte. Todo fue interrupción, mala interpretación, agua berreta para bautizar un vino del mejor. Pergolini entrevista como un empresario curioso por un producto rentable: ¿cómo llegaste a ser TAN consumible, Indio? parecía ser su única pre-ocupación. Pero a ninguno de nosotros nos interesa si el Indio hace plata o es millonario, tal como al Indio no le interesa nuestra vida económica. La relación del Indio con nosotros es la de un artista. Su vida empresarial –sus ganancias o su quiebra- no nos interesa.  Pero el de Pergolini es el interés de un empresario seudocontestatario, que sólo hace alianzas, asociaciones comerciales y trafica con la palabra, incluida la poesía de los artistas. “¿Cómo te ves en la tapa de la Rolling Stone?” le preguntaba a un Indio que lógicamente no sabía en principio cómo contestarlo, hasta que luego le dice que es una de las tantas formas de sostener el discurso poético. Algo que por supuesto…

PERGOLINI NO ENTIENDE.  

La diferencia de las voces: no se trata de timbres naturales, ambos son profesionales de la voz y allí también hubo una diferencia. Pergolini –locutor de radio y televisión, Martín Fierro al mejor speaker del orto- habla, y al hablar chilla, no sólo habla como un empresario, con los valores y la visión del mundo de un empresario, y desde ese lugar entrevistó a un artista. Su parla empresarial era una interrupción, que acompañaba el tono, ese tono cercano al ruido que tan bien ejerce en la bromita, la descalificación, el chiste de último banco de colegio secundario, las frases en las cuales siempre le habla al Sr. Pedo. Pergolini no escucha, sólo parlotea –mal de muchos locutores argentinos enamorados de su propia voz–  vocifera, interrumpe con esa voz de graznido arrastrado que apenas imposta con su carnet de locutor cuando vende algo, ante la voz armoniosa del Indio que siempre le dice otra cosa. Y así la gola, no fané por las noches perdidas en la espesura del bosque sagrado, sino  gastada en el carraspeo de la pelotudez (porque “es un tipo espeso/ sumiso como un guiso y más…”), esa voz no dejaba expandir la voz profunda del Indio, la voz grave y pausada de su cadencia luminosa, de sus genialidades artísticas dichas con dudas, incertidumbres, desvíos.

Pergolini  se superponía a sus palabras y cómo sus intereses sólo eran comerciales se ubicaba como par capitalista, confundiéndose claramente: en el Indio escuchaba al que “mete” 80.000 en un recital, al que puede vender el dvd,  y omitía al artista, porque no hay en él un saber ni musical ni lírico, ya que sólo se limita a financiarlo y obtener sus propias ganancias con el arte de otro. Ya que ni siquiera puede diferenciar ideales de ideología. Quebraba el aura de la experiencia de escuchar por primera vez el disco con esa voz repulsiva y ansiosa de señor Burns, un personaje que lo habita y habla ventrílocuamente por él. “Es como que…” decía Pergolini y llenaba de tonterías espantosas propias de la lerda sabiduría de la multitud (Indio). Cuando el Indio expandía su concepción del arte, sus “escenografías musicales” y hablaba de líricas y de sus texturas, Pergolini contestaba con las onomatopeyas de la bestia rockanpop, aquel que no sabe cómo aportar un comentario inteligente y sólo está pensando: “Compré para mi casa la joya mejor, aquí la exhibo y la vendo de nuevo”. No permitía que escuchásemos mucho más, o no podía preguntar más hondamente cuando el Indio hablaba del miedo a la muerte: “el Yo que nos habita quiere seguir siempre siendo” o “no creo que permanezca la conciencia individual más allá de la muerte”. Pergolini no sabe dialogar, apenas sabe charlar o monologar, porque por supuesto…

PERGOLINI NO ENTIENDE

Libertad artística y economía: el histrionismo insoportable de Pergolini, admitido porque su poder económico lo hace  poseedor de un espacio simbólico que no supo volver sublime para los que sentimos una empatía sagrada con el arte del Indio, también reside en su sentido puro de la propiedad privada. Pergolini tuvo en dos horas la posibilidad de dar a conocer generosamente todo el disco del Indio, que éste llevó al límite de sus posibilidades, ya que no llegaba a tiempo, como el artesano que se queda sin dormir para entregar su tesoro de los inocentes y hacerlo visible en la mañana, para que el público pudiera conocerlo al menos casi todo. Pero se transformó en un objeto de la rock & pop, mezquinado, guardado, tres temitas y pensando en la posibilidad del hit “tema 8”, pero que nosotros no pudimos escuchar: para Pergolini el arte, todo el arte SIEMPRE es sólo mercancía, nunca hay artesanía ni arte, es producto y nada más y el artista es sólo un productor a secas. En su entrevista todo lo que le interesaba era saber cómo podía sostenerse un producto llamado Indio Solari, no un artista independiente que ofrece su obra otra vez. En una parte de la entrevista le dice al Indio “Tenés que leer el libro Free: Gratis”. Es decir, para Pergolini el libro se llama “Gratis”. Se trata del libro Free Culture, de Lawrence Lessig, donde se habla precisamente de lo contrario de lo que hace Pergolini: el subtítulo del libro es “Cómo los grandes medios usan la tecnología y las leyes para encerrar la cultura y controlar la creatividad”. Un libro que se distribuye gratuitamente y que por eso mismo puede copiarse indefinidamente. Dicho sea de paso, ya que Pergolini no lo aclaró, puede bajárselo en español desde aquí:

http://cyber.law.harvard.edu/blogs/gems/ion/Culturalibre.pdf 

Es decir, NO es una mercancía, sino un objeto cultural disponible para todos. Pero ni eso que es gratis puede ser ofrecido gratuitamente por Pergolini a su público: ni siquiera lo divulga. No hay donación para Pergolini, ni don, ni gracia. El sentido opuesto a eso que canta el Indio y Pergolini no entiende: “con ella soy rico gratis”. ¿Cómo se puede ser rico gratis? Sólo intercambio capitalista, toma y daca, propiedad pura. Por supuesto lo único que recordaba Pergolini del libro Free Culture era la parte que él traduce “Gratis”, en lugar de “Libre” y por supuesto también omitió la palabra “Cultura”. FREE CULTURE. Pergolini no escuchó el “Blues de la libertad” del Indio: “Mi amor, la libertad es fiebre / es oración, fastidio y buena suerte”.  Eso es un síntoma de lo que Pergolini puede entender del Indio y lo que puede preguntarle y sobre todo lo que puede y no puede escuchar. También es un síntoma que la entrevista haya sido hecha –omitiendo las cuestiones prácticas– en la casa de Pergolini y de allí haya distribuido la voz y la obra del Indio (mezquina y parcialmente, como sabemos): pareció el usufructo de un ícono en un predio de su propiedad privada. Pero los orígenes son tan distintos: el Indio, que ahora con toda justicia puede vivir con holgura en Parque Leloir ya que su genio artístico se lo permitió, no su mera astucia comercial, proviene de una Cofradía, una cofradía de flor solar, de un arte que fue en su comienzo autogestionario y teatral y nació de la escasez mucho antes de ser masivo; la cunita de Pergolini, niño bien, nació en el programa Feedback, con ese otro locutor de poco, de paño menor, el pai de la nafta espiritual llamado Ari Paluch, Pergolini estaba más cerca de los pechos mojados en las piletas de la tele y de esa metáfora “genial” que su esposa psicóloga todavía estará pesquisando: llamar a una productora de dos varones “Cuatro cabezas”. Un poeta fálico. Pergolini: el Indio NO ES Eduardo de la Puente. No te va a dar el pie para sostener tu boludez.

Porque en realidad Pergolini forma parte de esa “fauna monstruosa” que el Indio dice mirar en la tele y en el programa de Beto Casella ¿Puede un entrevistador que pertenece a otros modos de ver el mundo entrevistar al Indio si no comprende ese imaginario y su mundo? Si hasta tal vez el propio Casella, imagino, habría hecho una entrevista más honesta, porque hablaría desde la humildad y los límites de sus posibilidades: se hubiera limitado a ESCUCHAR. Pero Pergolini no distingue el “perfume de la tempestad” del olor a mierda de la inundación, porque por supuesto…

 PERGOLINI NO ENTIENDE

Y tampoco entiende los comentarios sobre el arte. Así describe Pergolini la tercera, bellísima canción del Indio: “Ceremonias en la tormenta”. Dice, literalmente: “Me parece que la construcción de tema está como maaaás…. es como que se va poniendo… va por el tercer tema, se está poniendo como más sustancia, como más, como, como…más cosas”. Transcripción textual, sic, véase en la grabación. ESO fue el comentario de Pergolini. Un hombre que maneja la palabra hace veinte años no puede elaborar una idea, llena su discurso de “eeeeeeeh… esteeeeeeeee…. como que….obvio…. oooooo…” Y así rompió el hechizo que tengo yo y cada uno de los que escuchamos ese tema: la ilusión de la magia de una canción que fue escrita “para mí”, para cada uno de nosotros. Y el Indio llevó el disco para mí, para nosotros, no para vos, Mario Bros., que deberías haber sido un heraldo, un puente, un difusor honesto y modesto y sincero de la voz del artista. Pero cada tema tenía tu sello rockandpopppp, cada tema bien pisadito, para que mi experiencia se quiebre y recuerde que eso es sólo una ilusión. Yo, al terminar la entrevista, me dije: “¿Era todo, pregunté? siempre una ilusa…”

Antes, cuando el Indio tenía dudas sobre la respuesta artística a su recital, dudas genuinas de un artista que, como lo decía acerca de Cerati, está interesado no sólo en llenar el estadio, sino en hacer valer la aventura artística, Pergolini le dice: “Los artistas no duran”. NO Pergolini. Los que no duran son los NO artistas como vos. Precisamente es a la inversa, y por eso vos no podés entenderlo. Porque para vos lo que dura es la inversión, porque eso quisiste decirle: si sos artista no podés durar, no podés persistir, para eso hay que transformar el arte en mercancía, en producción durable, en inversión productiva, en interés compuesto. SÓLO en mercancía, sin el plus de aquello que no puede intercambiarse. Para vos el precio del Indio reside en los que llenan su estadio y no en el valor artístico de lo que ofreció, que siempre es riesgoso. Y cuando el Indio habla del debe y del haber, lo hace en términos corporales, habla del cuerpo y de la vida bohemia, no de la caja y de la cuenta.  

Por eso para Pergolini los artistas no duran, ni dudan. Por eso no entiende, aunque lo simule, eso que hay de ritual en el “pogo más grande del universo”, no entiende la “ceremonia en el mar”, no entiende que el universo no es el mundo globalizado sino el cosmos del artista, no entiende que esos 80.000 van allí a buscar ESO, la fiesta pagana, la experiencia que alguien como Pergolini sólo podría expropiar desde su, más que aventura, joint venture: “Cuatro cabezas”. ¡¡¡cuatro cabezas, Pergolini!!! Tu marca de agua es Suar y Tinelli; la del Indio es Manal y Pescado Rabioso. Pero eso pasa porque… PERGOLINI NO ENTIENDE.

Y hay más, hubo mucho más, para hacer un tratado sobre arte y sociedad, sobre el arte en la era de la boludez.

EUGENIA STRACCALI, ricotera de la primera hora, ricotera tradicional, un poco maoísta, platense (lamentablemente) y tripera (a pesar de todo).

lunes, 13 de diciembre de 2010

Angel de los perdedores.

Podría tapizar su cuarto con los números telefónicos de esas doncellas desterradas con las que estaba acostumbrado a tratar.
Ese era, sin duda, su único lujo y su principal defecto.

Desde niño, funciono como una luz ultravioleta para seres desangelados, atrayéndolos como hipnotizados por ese brillo intencionalmente opacado por las drogas de turno. Perdedores reales, los cuales a diferencia de sus clones light televisivos, verdaderamente tenían el poder de atraer los rayos y la mediocridad.

Llego a mezclarse entre ellos, por el simple placer de saberse íntimamente superior en tanto y en cuanto, podía descubrir bajo ese velo químico, su brillo extremo, realzando todavía mas su personaje, y traspasando sin demoras esa capa impermeable que separa a los perdedores del resto del mundo.

Era, en esencia, uno mas de ellos. Demasiado bueno para contarse entre los infames, demasiado infame para llevarse el trofeo a casa.

Podía pasar años en estado social catatónico, solo por el placer de verse renacer de sus propias cenizas, una y otra vez, relamiéndose ante las miradas de ira de quienes lo creían ya muerto, sin saber que la muerte, para los tipos de su clase, se da cada día y a cada minuto, en pequeñas dosis no aptas para seres de este mundo.

Y así iba muriendo y renaciendo mil veces por día, ganando en cada parada, un nuevo acolito a sus innumerables fieles...

Es que quienes eran espectadores de su metamorfosis, se veían a si mismos tratando de repetir la experiencia en si mismos, sin notar la ausencia de alas y magia en sus corazones.

Lo conocí hace mucho, ya ni recuerdo cuanto (como si el tiempo fuera importante en los seres de su clase) e instantáneamente nos reconocimos como fuerzas antagónicas en una misma guerra. Él, de su lado, prometiendo la salvación a quien le diera a cambio el suntuoso regalo del brillo de sus pupilas. Yo, intentando descifrar en las suyas, esa ínfima diferencia que echaría por tierra ese antiguo postulado que rezaba lo aparentemente incuestionable... que el y yo, éramos el mismo personaje.

La belleza es lo que te da la felicidad.

La belleza atrae a malvados.


Ayer tuvimos el placer -erótico- de ver el comienzo una nueva edición del reality más careta y armado de la TV. Luego de la pegadiza música llegó el turno de JR de presentar a los "hermanitos", un grupo de nenes de oro rociados con Kenzo made-in-la-salada más minitas modelo 88' en adelante con ganas de plumas de ganso o un lugar en el programa "chimentero" de turno. Todo un lujo.


Hechas las presentaciones, nos encontramos con la historia de una chica que quiere pito, tiene barba y pide a gritos 400 lucas para agregarse un pedazo de algo con lo que no nació. Increíble.
¿Terminará pidiéndole consejos a la hija/o de Cher?.






La historia de cada uno de los partícipes de esta cosa llamada reality no viene al caso, pero no esperen que vayan al confesionario a pedir literatura para matar el tiempo, esto, a corto plazo, va a salir codificado.


Ampliaremos.