lunes, 21 de febrero de 2011

Lunes bien Lunes

Rutina, tediosa rutina. Otro día que comienza, la ciudad te espera hambrienta y en la oficina todo será igual: papeles, más papeles, puteadas, café-pucho-mate, papeles de nuevo, minifaldas seductoras y por supuesto el aire que no funciona y como se dice por ahí "la vida sin aire acondicionado no es vida". Demás está decir, que lo oscuro de esto tiene otro lado de la mecha -como todo, como nada-. Siempre existen trabajos como los de la ciega, (Ella) quien disfruta de las Nike Think en su sofá cama de (tal vez) Belgrano "C", no tiene este tipo de problemas, claro. Todo se resuelve a la velocidad de la luz, y apoderarse de un monstruo tan grande como el de Panamá es simple como una suma o resta.

Volviendo a como comenzó esto, es claro, que al del Piso 93 no le importa, él sólo mira elegantemente la vida de los descolgados del laurel. Su mejor fruta, dice. Se acercan las 2 de la tarde y es hora de volver al "depto" en bondi, subte, tren... como siempre.

Al llegar, una nota me advierte que nada dejó nada para comer y... era todo? -pregunté- ¡soy un iluso!. Después de la reflexión algo faltaba. Era hora de Mr. Delivery, pido churrasquito (Dios bendiga a la vaca y sus entrañas) con tinto (casi un tango) y previo al banquete, una suculenta siesta. Ya de noche y con TV de cmpañera, la puerta se abre con fuerza y entra ella sin decir nada, como si no hubiese nadie. La miro; ella se baña y se acuesta. Unas semanas más tarde la escena se siguió repitiendo. Y yo allí, observando.

El eje de la cuestión pasó un jueves, que en realidad no recuerdo si era Jueves, pero no es importante, sucedió. Luego de las habituales horas extras, pero gracias a que el jefe se fue antes (fiel a su estilo) salí temprano, digamos, y para aprovechar el tiempo pasé, para intentar representar mis (ahora muertos) sentimientos, por la gran casa de las rosas. Siempre para Ella, claro. Algo material, pensé, eso hace falta. Cómo no lo pensé antes?. Se puede ser tan hijo de puta?

No es trascendente el presente, tampoco el día. Solo importa Ella.

Ya casi en la gran morada, la puerta entreabierta me decía algo que era extraño; despacio, casi como un fantasma, me decido. Había ropa en el living y ruidos que venían desde la habitación, algo mucho más extraño todavía. Intentando que mi gran mental imagen no colapse, solo me dediqué a observar: Ella no estaba sola.
Salí lo más rápido que pude de ahí tratando de explicarme lo inexplicable. Ahora me cierra todo, ya nada será igual.

Hoy las excusas no están de oferta, no era hora de pensar, así que seguí corriendo hasta llegar al edificio donde trabajo y subo hasta el 93, último piso, buscando respuestas o cuasi-respuestas. Allí me esperaba un ventanal abierto y miles de sombras me indicaban lo que ya sabía que tenía que hacer: saltar. Eran las ultimas fichas y las aposté a todas. Ya en plena caída empecé a ver imágenes, algo así como dice la gente que "antes de morir ves pasar tu vida por delante de tus ojos", o algo parecido. La cuestión es que el cemento se ve más cerca y ya no son sólo imágenes las que me acompañan, a ellas se suman unas distorsiones que de a poco se van convirtiendo en rocanroles que endulzan la agonía. El final es inminente e instintivamente extiende sus manos tratando de amortiguar la caída que, a una línea de realidad, se convierte en un "sacudón" de su novia que lo despertaba al fin de este mambo. Todo fue un sueño, un dirty sueño nomás...

A veces soñamos que estamos soñando, y es en esos sueños soñados donde la vida nos parece un sueño y un sueño la vida. Por eso, querida, hoy ya no puedo librarme a lo que te debo como ilusón, y espero ancioso que hagamos que valga la pena la leyenda del futuro!

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